Acto Central del 24 de Marzo
Cultura y Educación - 25 de marzo de 2016La ciudad de Bella Vista recordó los hechos ocurridos en marzo de 1976 durante el Golpe de Estado perpetrado por las fuerzas militares que depusieron a la entonces Presidenta de la Nación, María Estela Martínez de Perón, y que instituyó como gobierno una Junta Militar, liderada por el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier general Orlando Ramón Agosti.
Durante un acto breve conmemorativo del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en el que el intendente, escribano Walter Chavez y demás autoridades locales depositaron una ofrenda floral al pie del monumento principal de la Plaza Pedro Ferré –Madre Patria-; en las palabras alusivas hizo uso de la palabra la docente del Instituto de Formación Docente, profesora Roxana Echavarría, en los siguientes términos: “Mañana 24 de marzo, habrán pasado 40 años desde el último golpe de Estado ocurrido en la Argentina y que por sexta vez en medio siglo clausuró la vigencia de las instituciones republicanas en nuestro país.
El aciago golpe del año 1976 marcó la culminación de un clima que se había instalado en la nación, un clima que no sólo buscaba atajos inadmisibles frente a las sucesivas crisis de gobernabilidad, sino que también propugnaba una creciente legitimación de las alternativas violentas, valorizadas positivamente por los bandos en pugna, y por influyentes grupos del poder civil.
La lógica institucionalización de la violencia como un instrumento implícito de la razón del Estado instalada en aquel contexto preliminar avanzó un paso más ese 24 de marzo. Y las consecuencias son tristemente conocidas por todos.
Sí despojados de compromisos emocionales, los argentinos nos tomásemos el trabajo de confeccionar una lista de aquellos errores cometidos antes, durante y después de esa fecha, encontraríamos tal vez para sorpresa de algunos que son muchas más las coincidencias que nos unen a las diferencias que nos separan.
En un país que desde su independencia se fue construyendo en la permanencia de facciones opuestas incapaces de sintetizarse, la dificultad de encontrar un camino compartido por todos ni siquiera pudo expresarse en la aceptación mínima de una institucionalidad elemental, a excepción – tal vez – de aquel período inspirado por la denominada generación del ´80.
Unitarios vs federales, civilización vs barbarie, radicales vs conservadores, peronistas vs radicales, civiles vs militares….todos los caminos quedaron trazados para dividir al país en dos, sin atinar prácticamente nunca a encontrar el bosquejo de un marco común a partir del cual pudiésemos expresar nuestras diferencias en paz.
Cuando en 1976 a partir de un golpe de Estado, que derrocó a un gobierno legítimo y constitucional e instaló en su lugar a una junta militar encabezada por los comandantes de las tres Fuerzas Armadas: Jorge R. Videla (Ejército), Emilio E. Massera (Armada) y Orlando R. Agosti (Fuerza Aérea) se llevó a cabo un plan sistemático de genocidio desde el Estado, un Estado devenido en terrorista, que coordinó con las demás dictaduras militares instaladas en los países Latinoamericanos mediante el llamado Plan Cóndor, un plan continental de represión hacia los sectores populares, y de destrucción de los aparatos económicos de los diferentes países.
Torturas, desapariciones, genocidios no fueron suficientes para aniquilar la historia, la memoria, ideas y creencias, clausurar el proyecto transformador de un pueblo y de una generación de jóvenes que se animaron a soñar con un país para todos Los argentinos hemos aprendido que aún la más imperfecta de las democracias es inmensamente más perfectible que cualquier tipo de interrupción institucional, sea ésta motivada por las razones que fuera.
En una argentina posible y mejor es imprescindible que todas las opciones ideológicas que acepten la convivencia democrática puedan expresarse libremente. En ese sentido el recuerdo del pasado debe servir para evitar repetirlo. Ello indefectiblemente implica que si buscamos tener un futuro de todos también debamos encontrar un pasado que nos pertenezca a todos y que sea compartido por todos, al menos en los hitos fundamentales.
Es a partir de ese diagnóstico que fechas como las del 24 de marzo de 1976 deben contribuir a unir a los argentinos y no a dividirlos.
Así como nadie debería defender lo indefendible de nuestra historia por otro lado tampoco parece admisible que otros intenten colocar en el bando de los defensores del golpismo o de la violencia a quiénes no piensen igual que ellos, sostener que cualquier pensamiento de “derecha”, es necesariamente corrupto y antidemocrático o pensar que cualquier pensamiento de “izquierda” es necesariamente violento y antirrepublicano, son dos intolerancias que pueden abrir puertas a pasados no deseados por nadie, pero no por ello definitivamente muertos dentro de una historia tan trágica como las que nos tocó vivir a los argentinos, y de la cual nunca es posible asegurar que se haya salido definitivamente del todo.
Valgan entonces estas reflexiones en el recuerdo de aquella dramática fecha para recuperar la memoria en pos de la definitiva superación de ese pasado, pero nunca en pos de la construcción de otra nueva manera de seguir dividiéndonos entre nosotros.
Alguien dijo “la historia y la memoria colectiva son parte inseparable de cada cultura”, pero el pasado no es y no debe transformase en un elemento determinante de una sociedad y de un pueblo. Una democracia se nutre de presente y de futuro. Y un exceso de devoción al pasado mina los fundamentos de la democracia”
¿Con qué 24 nos quedamos?
Me atrevo a decir que con el que cada uno tiene que expresar como mejor siente, que recuerda, que vive, que rescata de la memoria de los hechos tan dolorosos que asolaron a nuestro país y con la reivindicación del verdadero significado NUNCA MÁS.
No a la VIOLENCIA, no al TERRORISMO, no a la INTOLERANCIA. Sí a la VERDAD,
sí a la MEMORIA, si a la JUSTICIA.
Ciudadanos argentinos – Bellavistenses NUNCA MAS ES ¡NUNCA MAS!”